Cómo educar a los/as niños/as para que tengan una higiene bucal frecuente y efectiva

Cómo educar a los/as niños/as para que tengan una higiene bucal frecuente y efectiva

Ayudar a nuestros/as pequeños/as a mantener una buena higiene bucal es una inversión de futuro. Contar con unos dientes sanos y fuertes es una buena base. No debemos olvidar que nuestra boca y nuestra dentadura es lo que nos permite alimentarnos por lo que debe ocupar un lugar prioritario. Además, asumir una rutina de limpieza desde la juventud evitará futuros problemas y gastos derivados de los tratamientos dentales.

Los inicios de la higiene bucal

La salud bucal de nuestros/as hijos/as comienza a preocuparnos cuando tienen dientes, sin embargo, esto es un error. Aunque el principal foco de infecciones y acumulación de residuos es entre los dientes, la lengua también tiene un papel importante. Sobre todo en los primeros años de vida, los/as más pequeños/as tienden a consumir una elevada cantidad de productos lácteos que se acaban adhiriendo a la lengua y puede generar hongos. Es por esto por lo que los expertos aconsejan que se haga un limpiado de las encías y la lengua del bebé sirviéndonos de un algodón húmedo y repitiendo el proceso cada dos o tres días. Además de reducir riesgos, este hábito también generará un impacto positivo a nivel psicológico. Si el/la niño/a se acostumbra a que le introduzcan los dedos en la boca, en un futuro no se sentirá invadido/a o asustado/a cuando se den las primeras visitas al odontólogo.

Los dientes de leche son importantes

Otra de las ideas falsas más habituales es que los dientes de leche pueden sufrir problemas de caries sin ningún problema porque luego estas piezas se sustituyen. Sin embargo, la verdad es que cuando un diente de leche se infecta y desaparece para ser sustituido por uno definitivo, las posibilidades de que este nuevo diente se infecte se incrementan de forma considerable. Para evitar incidencias en un futuro, lo más aconsejable es que nos habituemos a limpiar correctamente los dientes de nuestros hijos, a pesar de que sean de leche. Además, es importante que el/la niño/a acabe asumiendo esta tarea como propia y a partir de los tres años comience a cepillarselo él/ella mismo/a (con la supervisión de un adulto).

Aprendiendo a cepillarse los dientes

Cuando los/as pequeños/as se cepillan los dientes las primeras veces tienden a cometer errores y no realizar una limpieza efectiva. Esto es lo más normal del mundo, pero debemos supervisarlos y asegurarnos de que acaban aprendiendo a hacerlo y haciendo una limpieza integral. Para facilitar su aprendizaje lo más recomendable es recurrir a una técnica que sea metódica y que les resulte fácil de recordar. Hay una serie de pasos que deberán aprender: El cepillado de arriba abajo y de abajo arriba sin pasar por alto las encías para prevenir el sarro. También deben prestar atención a las muelas y a la cara interna. Además es recomendable que después de finalizar el cepillado se habitúen a usar seda dental para retirar los restos que quedan entre los dientes. Por último, debe cerrarse el proceso de limpieza incidiendo sobre la lengua con el cepillo de dientes.

Convertir la limpieza en un hábito

Está demostrado que cuando interviene la emoción los procesos de aprendizaje se dan de una forma más fácil y rápida. Esto también ocurre con el cepillado de dientes. Recurrir al humor y sacar una sonrisa a tus hijos/as cuando llega la hora del cepillado les ayudará a asimilar esta rutina y convertirla en un hábito. Una buena idea también puede ser poner su canción favorita y convertir esta rutina en una pequeña fiesta. La cuestión es disfrutar y asociar la higiene bucal a algo agradable y divertido.